Lo académico, un pretexto para acompañar

Alexandra Cielak Grynberg

Lo académico, un pretexto para acompañar
¿Qué es un acompañamiento terapéutico?, ¿hay definición de eso?, ¿hay diferencia entre un acompañante, un monitor y una sombra?, ¿podemos hablar de una clínica de la urgencia?, ¿cómo pensar la amistad en el AT? Todas estas son preguntas que se abordarán a lo largo del taller, pero que por ahora expongo en algunos párrafos algunas ideas que se abordarán con más calma, en aquél encuentro.
¡Urgente! una palabra muy usada hoy… nos encontramos en la era de la inmediatez, de la búsqueda de respuestas sin cesar…La infancia está plagada de niños que más que provocar respuestas generan muchas preguntas. Los adultos se ven amenazados por aquello que no se puede responder… entonces se reacciona con angustia y se busca encontrar “respuestas” que en realidad son etiquetas que apaciguan- por un ratito- el no saber al que nos enfrentamos. Es por eso que, llegan a la consulta niños previamente etiquetados con TDAH o del espectro autista, entre otros diagnósticos.

A veces los niños se vinculan “a su manera”, pero en otras verdaderamente no logran hacer lazo. Las preguntas quedan estalladas y la angustia sobrepasa al niño y a los que están a su alrededor. En lo primero que se piensa es en la necesidad de llamar a alguien- a otro- para que esté con ese niño.

En redes sociales aparece: “se solicita monitor/sombra para trabajar con un niño de 7 años que tiene dificultades conductuales, de lunes a viernes en un horario de 8 a 3, con un sueldo de…. ¡contratación inmediata!”. Ahí se nota que hay una urgencia, una imposibilidad para trabajar o convivir con ese niño…. Se necesita ¡contratar de inmediato! A alguien que quizás ¡¡“haga un milagro” y resuelva!!

Cuando un acompañante recibe un pedido así, entra advertido distinto: ¡un acompañante no está para solucionar, sino para escuchar!, a un acompañante terapéutico (AT) no se le contrata, sino que el acompañante contrata con la familia y hace
una propuesta de intervención. Es decir, establece un encuadre con la familia, en el que se aclara y se pone en acto que no hay una relación empleado-empleador sino que el contrato es la ley que -se pone en juego- y que se ha acordado entre ambas partes. Se acuerdan horarios, días de trabajo y no se habla de sueldo, sino que se acuerda un pago. Son más que detalles: ya que de entrada con eso se delimita cierto “ordenamiento”, sin llegar a ser un orden impuesto. Así, el acompañante se coloca desde su lugar de humano, advertido de sus límites.

No solo hay diferencias entre lo que es un monitor, un AT y una sombra. También hay puntos de encuentro: el dolor humano. Cuando se solicita compañía (monitor, sombra, AT, “un especie de amigo”- que así lo han llegado a solicitar) cuando el pedido es para que se esté con determinada persona, se habla de que hay una gran necesidad del otro. Del otro ¡con minúscula! Del semejante que esté ahí para hacer algo ante la urgencia de no poder estar solo.

Las propuestas son diferentes. La de acompañamiento es una intervención emocional en la vida cotidiana, pero que se puede insertar en un marco escolar/institucional- o no-, ya que hace puente con otros saberes y no tiene un lugar rígido frente al acompañado: entonces puede transmitir también temas académicos. La de monitor, es la de brindar herramientas académicas. El de la sombra sería el de revisar, o incluso vigilar, cada movimiento que haga aquél que reciba ese tipo de “apoyo” o “servicio”.
Muchos se confunden y piensan que solicitar una cosa o la otra es lo mismo, cuando en realidad no es así.

No se vayan con la finta, muchas veces hay monitores o sombras que acompañan. O acompañantes que dicen acompañar pero en realidad vigilan. Es decir, aquello no tiene que ver con una cuestión de títulos sino ¡con un modo de estar! -diría Pulice (2017) … ¡Si! con un modo de estar muy particular en el que se está con el otro dando lugar a su singularidad. La escucha tiene un gran lugar… Las estrategias y las actividades se diseñan según la singularidad de cada caso y situación.

No se tarta de la clínica de la urgencia…. Más bien, se acompaña haciendo tiempo. Se hace una pausa activa. Se apuesta para que algo del lazo pueda emerger. Hacer tiempo, no es ¡perder el tiempo!…. Perder el tiempo sería intervenir así: desde la angustia o urgencia.

Se hace una pausa activa, para pasar de la urgencia a la emergencia del sujeto.

Siguiendo lo que dice Pulice, el acompañamiento es un modo de estar. ¿Cuál es ese modo de estar?, ¿Hay un único modo de estar?… ¡por su puesto que no!, aquello dependerá de la singularidad del caso, del acompañante (su estilo) y de la particularidad de la situación que dan pie a un encuentro.

En muchas ocasiones, aquél modo de estar esta relacionado a una situación amistosa. Pero, es una amistad sin ser amigos….Es decir, el acompañamiento puede pensarse como una cierta amistad ¿Porqué “cierta”? Debido se da dentro de cierto marco: el encuadre, principalmente.

Por otro lado, en esa cuestión de “cierta” también radica una característica importante. Quien comparte algo sobre su intimidad, es el acompañado, no el acompañante. 
Es una relación de semejanza pero no de simetría.

Es por eso que un acompañamiento puede pensarse como una amistad con límites. Si esos límites se “quiebran”, se da paso a un pasaje al acto, al goce puro… un acompañante no puede ser amigo de su acompañado… eso me parece que sería parecido a pensar que es lo que ocurre cuando un analista y analizante se enamoran y pasan al acto. Quizás es un estatuto de goce parecido, si es que esa demanda se cumple. No debemos olvidar que el amor en una situación clínica es ficticio, aunque algo de lo “cierto” también está presente (pero con sus límites).

Pero si hablamos diferencias y de puntos de encuentro, me parece que un ejemplo de aquél modo de estar puede apreciarse en la serie Merli, sobre todo en la relación que se establece entre Merli e Ivan Blasco. ¿Merlí era su maestro?, ¿era su amigo?, ¿era su acompañante?…. ¡¿Qué lugar tenía Merli para Ivan?! Aquella es una gran pregunta, pero lo único que sabemos es que él fue colocado ahí como un profesor, ¿pero realmente le transmitía contenido académico? o ¿cuál era la estrategia de Merli para acompañar a Iván? Aquella relación es peculiar y algo de lo exótico se hace presente. G. Rossi
describe a la función del AT como “exótica” en la que el AT se deja ubicar por el acompañado, según sea la singularidad del caso y situación, y que además es un dejarse ubicar tocando diferentes lugares: el del maestro, amigo, hermano, etc.. ¿Qué lugar de Merli para Iván? Pero sobre todo, aquella pregunta es un pretexto para pensar ¿qué lugar para el acompañante?

Bibliografía recomendada:
Pulice, G. (2017). Acompañamiento Terapéuitico, transferencia y dirección de la cura (1ra parte). La PlazAT- Revista digital de los acompañantes terapéuticos (2), 1-17.
Pulice, G. (2011). La problemática de la amistad. En Fundamentos clínicos del
acompañamiento terapéutico (págs. 133-146). Buenos Aires, Argentina: Letra Viva.
Rossi, G. P. (2013). Características de la práctica: funciones habituales, encuadre y
restricciones. En Acompañamiento Terapéutico: lo cotidiano, las redes y sus interlocutores (3º ed., págs. 41-66). Buenos Aires, Argentina: Polemos.
Merli, Serie de TV. 1 Temporada (Disponible en Netflix)***
Nota importante: es recomendable ver la serie (1º temporada) pero en el taller se transmitirán algunos fragmentos.

 

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